El viaje interminable, Lonely Planet Traveller | ESPAÑA

(Entrevista de Oriol Rodríguez, publicada en abril de 2013 en Lonely Planet Traveller)

El término viajero se queda extremadamente chico para describir la odisea trotamundos de Anna Callau y Pablo Rey. Partieron de casa, en Barcelona, con la intención de pasar los siguientes cuatro años descubriendo el planeta, pero ya hace trece que su vieja furgoneta todoterreno les lleva de un continente a otro. Podéis seguir su expedición sin fin en su página web viajeros4x4x4.com, o descubrir más sobre sus aventuras en los tres libros sobre su extraordinaria epopeya transfronterera que han publicado a lo largo de este tiempo. 

Lonely Planet Traveller les localizó en México y charla con Pablo Rey, pero quién sabe dónde estarán cuando leáis estas líneas.

¿Cómo surgió la idea de iniciar esta aventura infinita?

Fue en 1999, un año que llevaba en sus genes el final de una etapa. Durante un viaje por el sur de África me di cuenta que vivía de lunes a viernes pensando en el fin de semana, y que postergábamos el sueño de viajar con excusas que nos dejaban la conciencia tranquila: “Todavía no es el momento”, “Hay que pagar la hipoteca” y “No puedo dejar este trabajo” eran las frases más usuales. La única forma de no convertirnos en viejos que recuerdan lo que no han hecho era romper con todo de forma drástica. En mi caso, el disparador fue cruzarme con un suizo con todas las rastas de Bob Marley que llevaba dos años viviendo en un Land Rover destartalado. Si él podía hacerlo, seguro que yo también, aunque no supiera nada de mecánica. Todos tenemos alguien que nos inspira a hacer algo nuevo.

Un viaje que en un principio iba a durar cuatro años pero que habéis ido alargando, alargando y ya lleváis más de una década cruzando fronteras. ¿Vuestra furgoneta ya es vuestro hogar y pequeña patria?

La idea, efectivamente, era dar la vuelta al mundo en cuatro años, que ya es mucho, pero los cuatro años se convirtieron en un proyecto de siete. Posteriormente, al sexto año encontramos un nombre redondo: La Vuelta al Mundo en 10 Años, y ahora ya da igual. A esta altura, “casa”, es casa con ruedas. Nunca estuve tanto tiempo bajo el mismo techo en toda mi vida.

Imagino que para llevar a cabo el viaje tuvisteis que dejar muchas cosas atrás, trabajo, amigos… ¿Cómo reaccionó vuestro entorno a este proyecto?

Yo ya me había ido de Argentina en 1992 y había dejado a mi familia y mis amigos de toda la vida allá. Partir otra vez fue emocionante, un nuevo salto al vacío, aunque creo que los amigos de Barcelona y Madrid sospechaban que en cualquier momento me convertiría en el amigo invisible. En el caso de Anna fue distinto, ya que ella nunca se había ido, pero su familia se lo tomó bien. “Si eso es lo que te hace feliz, adelante”, fue su comentario. Tiene mérito decirle eso a una hija.¿Les encontráis a faltar o después de tanto tiempo ya os habéis acostumbrado a estar constantemente lejos de los seres queridos?Yo ya estoy acostumbrado a las ausencias. Supongo que para sobrevivir haciendo lo que uno quiere (en mi caso, viajar y escribir), a veces hay que construir una coraza que te proteja de tus emociones. La frase “quiero estar contigo pero no puedo porque elegí este camino” es una buena síntesis de lo que nos pasa a quienes emigramos no sólo de nuestro país, sino también de nuestros afectos. Anna extraña un poco más. Aunque nada es definitivo, siempre hay épocas para todo, épocas para extrañar y épocas para desbordar y épocas de autismo.Por el contrario, ahora debéis tener amigos en todos los rincones del planeta.Sí, eso es lo más increíble de todo. La vida perfecta sería juntar esos amigos con los que te ríes, esos amigos que te encienden y que están dispersos en Bélgica, Canadá, Argentina, España, México, Estados Unidos, Perú, Chile, Venezuela… y hacer una fiesta al mes. O una fiesta cada fin de semana. Sí, la riqueza de viajar no está solo en las piedras viejas que cuentan historias, sino en la gente que te cuenta su vida cotidiana, aquellos que te abren las puertas de su casa, los que no sólo quieren exprimir tus historias, sino que están dispuestos a compartir las suyas.

¿A qué os dedicabais antes de empezar el viaje?

Yo hacía campañas de publicidad en Madrid y luego en Barcelona. En cuatro años había ganado más de veinte premios nacionales e internacionales. Anna trabajaba en Doctor Music, una productora de conciertos de rock, y cada semana íbamos a ver una o dos bandas. Gratis, por supuesto. Ese fue nuestro punto de partida, un sitio también idílico, una vida distinta y, por qué no, buena también.

¿Y si ahora os preguntara a qué os dedicáis, qué responderíais?

A vivir más intensamente, a tener aventuras, a meternos donde nadie nos llama, a escribir…

Uno de los principales problemas para realizar un viaje interminable como el vuestro debe ser el económico. ¿Qué vías de financiación utilizáis para seguir adelante?

En el año 2000 partimos con los ahorros, un par de trabajos escribiendo historias desde el camino y una hipoteca en Barcelona. Ahora contamos con el alquiler del apartamento, que complementamos con la venta de los tres libros sobre La vuelta al mundo en 10 años en librerías de España y Argentina, los artículos que escribo cada tanto para las revistas Altaïr (España) y Overland Journal (Estados Unidos), las chapas de cerveza que vendo a los coleccionistas, las pulseras de macramé que hace Anna, las charlas y ventas de libros que organizamos en el camino… Todo aporta, todo sirve para seguir en la ruta. He vendido objetos coleccionables por internet, desenterrado cosas raras en pueblos abandonados, traficado libros y batiks y hasta… ¡volví a trabajar una temporada en publicidad en Chile!

¿Cómo elegís la ruta a seguir?

Viajamos para ser más libres, por eso nunca tenemos una “agenda” cerrada. Sabemos más o menos por dónde queremos pasar, pero siempre tomamos desvíos aleatorios y curvas que nunca estuvieron en los planes. Y los cambiamos. ¿Por qué crees que llevamos casi 13 años en la ruta?

Vuestro viaje huye de las rutas turísticas habituales, lo que después de trece año os debe haber llevado a vivir todo tipo de situaciones.

Creemos que un viaje sin problemas es solo turismo, algo que no está mal, pero hay un punto en que si no le agregas algo de riesgo, algo de emoción, comienza a ser un viaje para jubilados. Y todavía nos quedan bastantes aventuras por vivir antes de jubilarnos. Un viaje que solo avanza por asfalto, o de la mano de un guía, es difícil que pase más allá de la piel de un país. Para conocer un país hay que confundirse, hay que tocarlo, compartir ratos con su gente, beber con ellos, dejarte invitar a su casa, ir a los lugares alejados, a los aislados, los feos y los malolientes. Y hablando de problemas, aparte de cuatro roturas de motor en medio de la nada, sufrimos algunos robos, un asalto con Kalashnikov, me pusieron un machete en el cuello, caímos en un par de peleas callejeras, cruces ilegales de frontera, persecuciones de elefantes… La vida en la ruta es más emocionante que la vida en la ciudad.

También habréis vivido mil y una anécdotas de cariz más… divertido ¿no?

Estábamos junto a Petra, en un pueblito de Jordania llamado Wadi Musa, y necesitábamos recargar nuestra bombona de gas. Era viernes, día festivo en los países musulmanes, y por supuesto estaba todo cerrado. El encargado igual abrió el negocio y nos invitó a quedarnos en su casa. Hasta aquí, no hay nada nuevo ni extraordinario en la historia. Durante esos días que pasamos en su casa, sencilla, sin ducha, compartiendo la comida con su mujer y sus nueve hijos, nos dijo algo que se quedó grabado para siempre en nosotros: “Si te invito a mi casa es porque no te conozco”. Sin saberlo, Gareb provocó un terremoto considerable en mi escala de valores, tan occidental.

¿Y el vehículo qué tal se porta? Supongo que una de vuestras pesadillas son esas roturas de motor en medio de la nada.

Por ahora se porta bien. Lo seguimos castigando por malos caminos, pero supongo que con el tiempo aprendimos a tratarlo con un poco más de cariño. Un 4×4 no es un tanque. Igual, nada nos libra de las cuatro roturas de motor que tuvimos en los primeros 6 años de viaje: la primera en el Sáhara de Sudán a 270 kilómetros al norte de Jartum: perdimos la tapa del filtro de aire (o un gracioso la quitó, nunca lo sabremos) y el motor se llenó de arena. La segunda fue dos meses más tarde junto al lago Turkana, en el Parque Nacional Sibiloi, Kenia, a 800 kilómetros de Nairobi, durante la primera lluvia en cuatro años que… provocó una inundación. Y nosotros estábamos ahí. La tercera vez fue junto a la Laguna Colorada, en el Altiplano Boliviano, donde se nos congeló el motor, rompimos balancines al intentar arrancar y tuvimos que bajar 35 kilómetros a puro envión, sin motor, quemando frenos, desde la frontera entre Bolivia y Chile hasta San Pedro de Atacama. La cuarta rotura de motor fue junto al Salar de Pedernales en Chile: para evitar una nueva congelación dejamos el motor al ralentí toda la noche, y como era un motor viejo filtró algo del combustible no quemado hasta el cárter. Cuando por la mañana lo detuvimos, el combustible se separó del aceite. Al volver a arrancar, el cigüeñal estaba lubricado con combustible, mala idea. Finalmente tuvimos que cambiar el motor. O sea, tuvimos 4 roturas de motor en sitios completamente aislados, donde los caminos son de tierra, arena o barro, nunca de asfalto. Y no solo salimos con vida, sino con ganas de seguir viajando.

¿Si tenéis respuesta para esta pregunta, cuál es el país que más os ha sorprendido o fascinado hasta el momento?

Hay varios: Turquía, Zimbabue, Argentina, Perú, Chile, México, Cuba…

Más allá de amigos y familia, ¿qué echáis de menos?

La buena comida española, el buen vino a un precio decente, los asados argentinos que empiezan al mediodía y terminan de noche… Anna agrega la cotidianeidad de las cosas.

Este debe de estar siendo un viaje que ha cambiado vuestra visión del mundo, liberándoos de cualquier tipo de prejuicio e idea preestablecida, ¿verdad?

Es imposible quitarse todos los prejuicios de encima, los prejuicios buenos o los prejuicios malos, pero sin duda ahora somos mucho más libres, intentamos juzgar menos a los demás, y tenemos una visión más optimista de la gente y más pesimista de quienes nos gobiernan.

Desde vuestro punto de vista de viajeros constantes, ¿cómo creéis que ha cambiado el mundo en estos últimos diez años?

El mundo cambia constantemente. Siempre lo hizo. Pocas revoluciones son realmente exitosas, la mayoría parten con buenas intenciones pero terminan corrompiéndose. El dinero y el poder es un veneno que suele contaminar los ideales. El mundo jamás será perfecto, pero es el que tenemos. Hace tiempo leí una frase que pasó a formar parte de mi vida. Más o menos decía algo así como que uno no debería intentar cambiar todo el mundo, con mejorar el pedacito del mundo que te rodea es suficiente.

¿Qué recomendarías a aquellos que quieran realizar un viaje similar al vuestro, si es que esto es posible?

Que nunca salgan con una furgo 4×2, se perderían muchos sitios donde no es tan fácil llegar. Y que arriesguen. Como dice el tango Cambalache: “El que no arriesga no gana”. Y es verdad.

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Si nunca acabáis ésta, ¿habéis pensado en una futura aventura?

Creo que muchas aventuras estarán incluidas en este viaje, que no terminará hasta que la furgo vuelva a Barcelona a través de Siberia. Pero sí, me acabo de comprar una bicicleta de montaña plegable y cada día tengo más ganas de sacar el carnet de conducir de motos. Y volver a hacer descenso de barrancos, espeleología y más buceo.

¿Hasta el momento cuántos países y continentes habéis visitado? ¿Tenéis calculados cuántos kilómetros habéis recorrido?

Son casi 300.000 kilómetros, en cuatro continentes y algo más de 50 países. En algunos de esos países hemos pasado más de un año, como Argentina, Chile, México… No nos interesa viajar rápido (creo que eso está claro, ¿no?), sino conocer. Y para conocer hay que detenerse más.

¿Vas a seguir escribiendo? ¿O sólo escribes libros para financiarte el viaje?

Escribir forma parte de mi vida. Trabajo escribiendo desde los 20 años, así que llevo más tiempo escribiendo que viajando. Seguiré escribiendo, sin duda, y espero terminar este año con la trilogía del cruce de África, la continuación de El Libro de la Independencia y Por el Mal Camino.

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Pablo Rey (Buenos Aires) y Anna Callau (Barcelona) viajan por el mundo desde el año 2000 en una furgoneta Mitsubishi Delica L300 4×4 llamada La Cucaracha. En estos años veinte años de movimiento constante consiguieron un máster en el arte de sobrevivir y resolver problemas (policías corruptos y roturas de motor en el Sáhara, por ejemplo) en lugares lejanos.

Durante tres años recorrieron Oriente Próximo y África, de El Cairo a Ciudad del Cabo; estuvieron 7 años por toda Sudamérica y otros 7 años explorando casi cada rincón de América Central y Norteamérica. En el camino cruzaron el Océano Atlántico Sur en un barco de pesca, descendieron un río del Amazonas en una balsa de troncos y caminaron entre leones y elefantes armados con un cuchillo suizo.

En los últimos años comenzaron a viajar a pie (Pirineos entre el Mediterráneo y el Océano Atlántico, 2 meses) y en motocicleta (Asia) con el menor equipaje posible. Participan en ferias del libro y de viaje de todo el mundo, y dan charlas y conferencias en escuelas, universidades, museos y centros culturales. Pablo ha escrito tres libros en castellano (uno ya se consigue en inglés) y muchas historias para revistas de viaje y todo terreno como Overland Journal (Estados Unidos) y Lonely Planet (España).

¿Cuándo terminará el viaje? El viaje no termina, el viaje es la vida.

12 thoughts on “El viaje interminable, Lonely Planet Traveller | ESPAÑA

  1. ¡Qué envidia! Ojalá algún día me decida a hacer algo así, aunque sea sólo durante un año… la verdad que vuestro blog es una pasada, siempre que tengo un rato me libre me paso a echarle un vistazo y leer un poco. Ojalá que todo os vaya genial 😀

  2. Lindo. Los extraño. Vengan a Brasil a visitarme y conozcan el Circuito de las Aguas, que son pueblitos de Minas Gerais con agua mineral. Los espero.

    Abrazos,
    Tío Jorge

  3. Que grandes!!! Me encanta la frase “quiero estar contigo pero no puedo porque elegí este camino”. Totalmente cierto. Quizá como a Anna, a mi ( Marta ) me cuesta estar tan lejos de mi madre, aunque ahora con skype es como tenerla dentro de la furgo! 😀
    Un abrazo enooooorme! y que no pare la ruta!

  4. Hola Pablo y Anna: Cada ves los admiro mas,el viaje de ustedes es unico,y no creo que nadie los iguale.Graciela y yo recorremos el mundo por motivos de trabajo,empezamos por Africa (Nigeria) en 1977. Hoy estamos en Estados Unidos (Kentucky) y estammos cerca de la jubilacion como dicen Uds.Nosotros tampoco nos quedamos quietos y estuvimos en muchos lados alrrededor del mundo,que hasta tuvimos la suerte de encontrarnos con Uds.Recuerdan que comimos unos pescados a la parrilla en Peru.Los felicito por la constancia de seguir en la ruta y les deceamos lo mejor en el resto de su viaje. Esperamos algun dia volver a encontrarnos,asi escucho algunos comentarios de vuestros labios, mientras tanto seguimos leyendo vuestras andanzas de tu pagina y los libros.Un abrazo a los dos de Juan y Graciela

  5. Hola Juan y Graciela, creo que nos conocimos en Puerto del Inca, no? Que iban a hacer palomas en escabeche en Córdoba y nos regalaron el mapa de rutas de Estados Unidos que todavía estamos usando!

    Hicieron las palomas en escabeche? (yo siempre pensando en comidas que parecen raras)

    Les mandamos un par de fuertes abrazos desde México, quien sabe, quizás nos volvemos a cruzar en la ruta, por Estados Unidos!

    Pablo

  6. de verdad, los admiro mucho por tan exelente desicion y entusiasmo….. me gustaria saber que motor le colocaron gracias…

  7. Hola Pablo, como deciden cual es un buen lugar para dormir? Queremos ir a México en autocaravana con los peques y hemos recibido muy mala prensa en temas de seguridad… Una ayudita, por favor!!

  8. Hola Eva,

    Con los chicos es más difícil. Nosotros preguntamos a la gente, buscamos lugares solitarios donde nadie vea la furgo (con una autocaravana es más difícil), pagamos en las palapas de la playa, dormimos en gasolineras, y alguna vez, en un hostal con estacionamiento (que no cueste más de 15-20 dólares!)
    Buena suerte, buena ruta!

  9. Hola Eva,
    Hay zonas en México donde hay inseguridad y no es recomendable quedarse pero en un país tan grande, son muy pocos lugares. En general se puede decir que el sureste y en particular la península de Yucatán son muy seguros, el centro de México, con excepción de Michoacán y Guerrero también son razonablemente seguros y si sigue uno algunas reglas como no viajar de noche no tendrán problemas. Hay dos o tres ciudades como Reynosa y Matamoros, Tamaulipas donde hay que tener mucho cuidado pues si tienen problemas de inseguridad. Igualmente aunque en menor medida, Chihuahua es otro estado donde hay inseguridad. En general, las ciudades fronterizas del norte son problemáticas y es conveniente pasarlas tan pronto como sea práctico. Fuera de eso México es un país hospitalario y rico en tradiciones, cocina y muy bellos lugares para visitar.

    Buena suerte

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