90- La ruta perdida | COLOMBIA

Y un día, cuando ya conocíamos al vendedor diario de pescado, cuando las madres wayuu dejaron de ofrecernos artesanías, cuando el viento huracanado nuestro de cada día volvía a soplar y el sol se convertía en una oración repetida, dijimos, ya está, ya tenemos suficiente Cabo de Vela. ¿Vamos hacia el norte? ¿Vamos hasta Punta Gallinas?

– Regresan un kilómetro atrás y, cuando llegan a una casa antigua desmoronada, doblan a la izquierda. Ja, claro, a la derecha no pueden porque está el mar -explicaba el wayúu almacenero que algún día quiso ser cómico -Siguen por allí y en menos de media hora llegarán hasta los molinos de viento. Cuando desemboquen en la ruta principal estarán en la Media Luna, junto a las vías del tren del carbón. Y allí vuelven a preguntar.

Nunca nos había faltado la paz, esa cosa que todavía parece tan rara para Colombia, mientras dejábamos pasar los días escribiendo y leyendo bajo la ramada sencilla de Nelson, un negro africano-americano demasiado aficionado al trago, casado con una mujer wayúu demasiado flaca, demasiado miedosa de quedarse sola o demasiado condescendiente.

El mar era un plato de sopa caliente y pegajosa, sin olas, con algunos cangrejos de plástico con forma de botellas, vasos y bolsas de patatas fritas, que habían quedado enterrados bajo el agua, a pocos metros de la orilla. Nada era perfecto, pero después de la extrema suciedad que habíamos encontrado en las playas de Venezuela, Cabo de Vela parecía Mónaco.

La gran mayoría de los turistas que llegan al departamento de la Guajira se quedan en el Cabo de Vela. El resto del territorio wayúu es terra incógnita, terra vacía donde las vacaciones sólo se disfrutan si eres fanático de los 4×4, boy scout de piernas peludas o masoquista.

No hay duchas, las letrinas están rodeadas de espinas y cucarachas y la temperatura promedio durante el día es demasiado alta. Es desierto, pero por la noche sigue haciendo calor, estás en el Caribe. Estás en un país reconquistado donde hasta hace muy poco gobernaban los contrabandistas, donde todavía hay alguna banda armada que se refugia en las montañas de la frontera con Venezuela.

Estás en un país donde la gente habla wayunaiki, anda, busca un diccionario. Y no hay carteles de ruta.

Días más tarde nos dimos cuenta que a medida que nos alejábamos del sur el continente se iba angostando y el camino también. El paisaje provenía de Marte. Calor asfixiante durante el día, caminos llenos de pozos y desniveles para avanzar lento a no ser que quieras destrozar tu todo terreno en medio de la nada. Avanzar despacio, tanteando, buscando el norte a través de un gps sin puntos de referencia. Avanzar hasta que la tierra se haya hundido y no haya más que mar.

Siempre nos gustó estar lejos.

Los caminos son todos iguales. A los lados, la vegetación de arbustos achicharrados erizados de espinas se intercalan con cactus y desiertos que alguna vez fueron lagos salados. Las casas y chozas precarias, casi todas de ramas y adobe, las demás de ramas y adobe encalado, sufren el efecto de la distancia. Bogotá siempre quedó muy lejos y la tierra no da para más que unos cuantos chivos ariscos.

Nuestro método infalible para encontrar buenos lugares ha sido perdernos. Si quieres vivir una aventura, si quieres entrar en contacto con la gente, sal a la ruta sin un buen mapa. Tendrás que preguntar.

Así llegamos a Puerto Nuevo, de dónde parten todas las semanas barcos de carga vacíos hacia Panamá. Así llegamos a Punta Gallinas, extremo norte de Sudamérica, y a la espectacular Bahía Hondita, donde los pescadores nos regalaron un buen pedazo de tiburón para hacer a la parrilla.

Así seguimos hacia Taroa, cruzamos una sorprendente Buenos Aires de cinco casas y nos desviamos hacia Puerto Estrella, donde tomamos el primer baño completo de agua dulce en diez días. Era una bonita laguna embarrada. Y de allí, preguntando, llegamos a Nazareth, donde un grupo de amigos se habían emborrachado para prepararse para la próxima celebración en el cementerio, el desenterramiento y reenterramiento de un viejo familiar. Sí, cuando te pierdes encuentras muchas cosas inesperadas.

Nosotros encontramos la Alta Guajira, tierra de wayuu, amerindios orgullosos y senderos de arena que nos recordaron las aventuras en otros desiertos. Y no, no volvió el Sahara ni el Kalahari. Volvió Atacama.

Aquí están algunas fotos, más abajo están los puntos gps que tomamos en el camino, para quien quiera animarse. Y va nuestro mejor deseo para ustedes: ¡QUE SE PIERDAN PRONTO!

PRINCIPALES PUNTOS GPS PARA ORIENTARTE EN LA ALTA GUAJIRA COLOMBIANA

Manaure N 11º 46497 O 72º 26765

Cabo de Vela N 12º 11764 O 72º 08832

Puerto Bolívar N 12º 13624 O 71º 59784

Media Luna N 12º 13249 O 72º 00221

Puerto Nuevo N 12º 09914 O 71º 59048

Gran Vía N 12º 13862 O 71º 50576

Pusheo N 12º 19545 O 71º 42515

Paraíso N 12º 19815 O 71º 40188

Taroa N 12º 25807 O 71º 34559

Punto Fijo N 12º 19267 O 71º 33273

Buenos Aires N 12º 16450 O 71º 24960

Puerto Estrella N 12º 20127 O 71º 18267

Nazareth N 12º 10627 O 71º 16830

Cruce Nazareth-Buenos Aires-Pto. Estrella N 12º 13219 O 71º 16142

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Encuentra en este enlace los videos de las Rutas por la Alta Guajira colombiana!

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Pablo Rey (Buenos Aires) y Anna Callau (Barcelona) viajan por el mundo desde el año 2000 en una furgoneta Mitsubishi Delica L300 4×4 llamada La Cucaracha. En estos años veinte años de movimiento constante consiguieron un máster en el arte de sobrevivir y resolver problemas (policías corruptos y roturas de motor en el Sáhara, por ejemplo) en lugares lejanos.

Durante tres años recorrieron Oriente Próximo y África, de El Cairo a Ciudad del Cabo; estuvieron 7 años por toda Sudamérica y otros 7 años explorando casi cada rincón de América Central y Norteamérica. En el camino cruzaron el Océano Atlántico Sur en un barco de pesca, descendieron un río del Amazonas en una balsa de troncos y caminaron entre leones y elefantes armados con un cuchillo suizo.

En los últimos años comenzaron a viajar a pie (Pirineos entre el Mediterráneo y el Océano Atlántico, 2 meses) y en motocicleta (Asia) con el menor equipaje posible. Participan en ferias del libro y de viaje de todo el mundo, y dan charlas y conferencias en escuelas, universidades, museos y centros culturales. Pablo ha escrito tres libros en castellano (uno ya se consigue en inglés) y muchas historias para revistas de viaje y todo terreno como Overland Journal (Estados Unidos) y Lonely Planet (España).

¿Cuándo terminará el viaje? El viaje no termina, el viaje es la vida.

5 thoughts on “90- La ruta perdida | COLOMBIA

  1. Buenas guenasssss muchachossss…… Que bueno ver y leer que andan bien de bien por esas latitudes. La verdad que me alegra mucho y desde este rincon les deseo lo mejor.

    Abrazos fuertes fuertes para los dos

    lo vemo

  2. queremos entrar por villanueva cesar subir a maicao de hay al norte pasando por puerto lopez punta aguja punta gallinas y devolvernos costeando hasta rioacha quisiere si les es pocible saber distancias puntos de gasolina.

    Gracias A.C.

  3. Alerto o Alberto, es posible costear desde Riohacha a Cabo de la Vela. En algunos caseríos es posible conseguir combustible, pero te recomiendo que viajes con un par de bidones llenos, ya que las distancias son largas, desde Ríohacha a Punta Gallinas debe haber más de 300 kilómetros, casi 400. Si no llueve, el camino es practicable.
    Saludos

  4. me llamo jose y estuve hace 15 años en un lugar hermoso llamado castilletes especificamente en una escuelita del mismo nombre quisiera saber si alguien tiene fotos de ese sitio tan hermoso

  5. Queria saber con que sistema geodesico estan tomadas estas coordenadas WGS84 ?
    Estoy planeando mi viaje para la proxima semana.
    Gracias

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