351- El viaje eterno | ENTREVISTA 20 AÑOS EN RUTA
Descubrimos la historia de una catalana y un argentino que recorren el mundo desde el año 2000 – Publicado en el Diario ARA de Catalunya el 13 de febrero de 2020. Traducido del original en catalán.
“Nunca me hubiera imaginado que pasaríamos la mitad de nuestra vida viviendo en cinco metros cuadrados. Si nos lo hubieran dicho, creo que nos habríamos quedado en casa”. Lo dice Pablo Rey. Él y su compañera Anna Callau tenían una idea, viajar durante cuatro años alrededor del mundo; pero la realidad es que en junio de este año ya hará dos décadas que partieron con una furgoneta 4×4 y aún no han parado. Lo que inicialmente debía ser una aventura se ha convertido en un modo de vida.
Una vez han aprendido que “el premio es la libertad de disponer de todo el tiempo del mundo y gastarlo en lo que creen más oportuno” y que “cuando te ganas el pan en ruta ya no tiene sentido volver”, admiten que han convertido aquel sueño de salir a recorrer mundo en el año 2000 en un “viaje eterno”.
Los protagonistas de esta historia son la catalana Anna Callau, de 48 años, una mujer valiente que se considera más práctica que sentimental; y Pablo Rey, un catalanoargentino a quien le gusta decir que tiene 253 años en vez de 53. Probablemente porque ya ha vivido varias vidas y ha necesitado tres libros para explicar las anécdotas vividas durante estos veinte años de viaje non stop. Juntos forman Viajeros4x4x4.com, un espacio donde recogen anécdotas, consejos, fotografías y guías de viaje.
Un viaje y mil anécdotas
En junio del 2000 Anna, con 28 años, y Pablo, con 33, salieron de Barcelona en una Mitsubishi L300 Delica 4×4 de 1991, que después de tener varios nombres terminaron bautizando como la Cucaracha. Querían hacer realidad un sueño: dar la vuelta al mundo en cuatro años después de recorrer África, Sudamérica, Norteamérica y Asia, al ritmo de un año por continente. Pero sólo en África estuvieron dos años y medio. Para llegar a Ciudad del Cabo recorrieron la costa mediterránea, pasando por Turquía, Siria, Jordania y Egipto y atravesando toda África, por la costa este. Rompieron el motor en medio del Sáhara, fueron perseguidos por elefantes en Zimbabue y por dos hombres armados que los acusaban de haber matado una vaca en Etiopía, entre otras muchas historias. “África ha sido la parte más exigente de la ruta pero también la que nos ha enriquecido más”, reconoce Anna.
A finales de 2002 se embarcaban en otra aventura: ir de Sudáfrica en Argentina en barco. “Aprovechamos que Pescanova estaba haciendo movimientos de embarcaciones entre las flotas sudafricana y argentina para hacer la travesía invitados en uno de sus barcos”, explica Anna. “Nos estábamos quedando sin dinero y teníamos que elegir: volver a Barcelona o arriesgarnos y continuar viajando para encontrar una nueva vida que nos permitiera trabajar en ruta y vivir con poco”, detalla Pablo. Y así fue como, sin saberlo,todo cambió y comenzaron una vida nómada.
A partir de ahí llegó la etapa sudamericana, nada menos que siete años recorriendo cada uno de sus países por las rutas menos turísticas, donde se adentraron en los caminos más inhóspitos. Se hicieron construir una balsa de madera para navegar por un río en el Amazonas durante diez días; cruzaron el Brasil por la Transamazónica -una carretera que sólo es transitable dos meses al año-; llegaron a Venezuela desde Colombia por la Alta Guajira, uno de los pasos fronterizos más conflictivos; hicieron transitar La Cucaracha por los pasos más altos de los Andes, y llegaron a las Islas Galápagos en un barco de carga. “Creemos que siempre hay un plan B, el A es ir a la ventanilla, pagar el billete e irse”, dice Pablo. “En cambio, el B es preguntar y buscar hasta que sale una pista que te guía hasta donde quieres ir de una manera menos convencional y más económica”, añade Anna.
Y así, dando vueltas arriba y abajo, se plantaron en 2009, cuando se propusieron recorrer Centroamérica hasta llegar al océano Ártico. Ahora mismo, después de haber recorrido México, Canadá y Estados Unidos de sur a norte y de este a oeste, aún no han movido La Cucaracha de Norteamérica. Desde el 2015 el viaje ha tomado otro rumbo. “Nos ha dado aventuras inolvidables, pero se ha convertido en una rutina y en el medio para ganar dinero”, explica Pablo. “Ahora la aventura la buscamos en otros lugares”, añade. Como deben pasar temporadas más largas de lo que querrían en Barcelona por cuestiones familiares, se han comprado un Land Rover, también de 1991, para hacer viajes por Europa. También han hecho largas travesías a pie, como la Transpirenaica, que les llevó casi dos meses, y con moto: en 2016 se pasaron cuatro meses recorriendo Vietnam, Laos y Camboya; y en 2018 Tailandia, Malasia e Indonesia.
¿Cómo se paga un viaje así?
Una de las preguntas más frecuentes que les hacen es: “Pero, ¿cómo se financian?” La clave está en el lema que llevan etiquetado en La Cucaracha: “Keep it simple, you ll go further” (“Hazlo sencillo, llegarás más lejos”). Tras vender artesanías y hacer trabajos puntuales, en 2007 Pablo autoeditó su primer libro, ‘Historias en Asia y África’, donde contaba las aventuras de los primeros años de viaje. Ahora mismo tienen dos más, editados en castellano e inglés: ‘El libro de la independencia‘, que cuenta la historia del sueño de dejar una vida normal y corriente para empezar una centrada en los viajes; y ‘Por el mal camino‘, que narra la historia de los seis meses más difíciles de los veinte años de viaje. “Es una dosis de realidad, porque habla de todo lo que no quieres que pase en un viaje, pero pasa”, dice Pablo. “Hay robos, asaltos con Kalashnikov en Kenia, tribus en Etiopía, pasos ilegales de frontera y muchas más aventuras”, resume. Una de las principales fuentes de ingresos de esta pareja es la venta de estos libros en ruta o a través de diferentes ferias a las que asisten, sobre todo en Estados Unidos, donde se han hecho un nombre como los “viajeros extremos latinos”.
Además, Pablo también escribe artículos para revistas en inglés, y también alquilan una AirSteam, una caravana americana vintage que ellos mismos restauraron, en Baja California, México. Cuando no están también alquilan el apartamento que tienen de propiedad en Barcelona a personas de confianza.
“No necesitamos mucho para vivir”, dice Pablo. En la furgoneta no tienen nevera, compran siempre productos frescos. Y tampoco tienen ni ducha ni lavabo: utilizan los de las áreas de servicio o gasolineras. “No vamos de camping, ni hoteles, ni restaurantes y casi siempre cocinamos en la furgo, y si se puede hacemos un fuego”, añade Anna, que también explica que casi no se compran ropa, sólo la que necesitan.
Además, explican que les gusta viajar sin tarjeta SIM del lugar que visitan. “No queremos estar en contacto permanente. Cuando queremos conectarnos buscamos wifi”, dice Anna. También les gusta descubrir lugares poco turísticos y el contacto con la gente. “Si vas a ver un palacio, una montaña o una cascada, te perderás la gente, que es lo mejor. Al final, una montaña es prácticamente igual aquí que en China, pero la gente marca la diferencia “.
De casetes a redes sociales
Salieron de casa con casetes y cuando aún había pesetas. Aún no existían los blogs de viajes, usaban guías de papel y, por supuesto, tener GPS y móvil con conexión a internet no era habitual. Para estos dos viajeros, internet y sobre todo las redes sociales han hecho mucho daño a la manera de viajar y por el turismo masivo. “Ahora con el móvil y la información que encuentras en internet puedes llegar a todas partes sin necesidad de interactuar con nadie”, dice Anna. “Pero antes había que buscarse la vida y entrar en contacto con gente, era parte de la esencia aventurera y lo que a nosotros nos llena”, añade Pablo.
“Hay muchos lugares que nosotros no compartimos, lo vemos tan bonito que creemos que se deben proteger y dejar de compartir”, considera Anna. “En los últimos años parece que si no colgamos en las redes lo que estamos viendo no existimos”, añade Pablo, que también dice: “Ahora, para estar solos, tenemos que ir cada vez más lejos, explorar y aventurarnos “. Pero Anna ve un lado positivo: “Darnos cuenta de estas cosas también nos hace ver que, al menos, hemos podido ver mundo antes de esta revolución”. Además, piensan que mientras no muevan la furgo del continente americano el viaje continúa. Pablo lo tiene claro: “Si cruzamos hacia Asia es como empezar la vuelta. Lo bonito de este viaje es que no se acabe nunca“.
El viaje en cifras
- Una furgoneta con cuatro nombres: la Vaca (porque al principio era muy pesada), el Dragón (antes de cambiar el motor echaba mucho humo), la Mitsushiti (por una sucesión tremenda de averías), y finalmente, La Cucaracha (pasa por todos lados y es capaz de sobrevivir a una bomba nuclear).
- Más de 400.000 kilómetros de ruta.
- Más de 70 países visitados con calma.
- Unos 20.000 amigos hechos en el camino.
- Una boda en Las Vegas.
- 3 libros y más de 9.000 ejemplares vendidos.
- Decenas de sueños cumplidos: recorrer África en 4×4, cruzar el Océano Atlántico en barco como habían hecho los abuelos de Pablo, viajar en moto por el Sudeste Asiático, caminar entre leones y elefantes, reír con desconocidos que no hablan tu idioma, escribir un libro…
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Encuentra esta entrevista en su original en catalán en el Diari ARA
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Pablo Rey (Buenos Aires) y Anna Callau (Barcelona) viajan por el mundo desde el año 2000 en una furgoneta Mitsubishi Delica L300 4×4 llamada La Cucaracha. En estos años veinte años de movimiento constante consiguieron un máster en el arte de sobrevivir y resolver problemas (policías corruptos y roturas de motor en el Sáhara, por ejemplo) en lugares lejanos.
Durante tres años recorrieron Oriente Próximo y África, de El Cairo a Ciudad del Cabo; estuvieron 7 años por toda Sudamérica y otros 7 años explorando casi cada rincón de América Central y Norteamérica. En el camino cruzaron el Océano Atlántico Sur en un barco de pesca, descendieron un río del Amazonas en una balsa de troncos y caminaron entre leones y elefantes armados con un cuchillo suizo.
En los últimos años comenzaron a viajar a pie (Pirineos entre el Mediterráneo y el Océano Atlántico, 2 meses) y en motocicleta (Asia) con el menor equipaje posible. Participan en ferias del libro y de viaje de todo el mundo, y dan charlas y conferencias en escuelas, universidades, museos y centros culturales. Pablo ha escrito tres libros en castellano (uno ya se consigue en inglés) y muchas historias para revistas de viaje y todo terreno como Overland Journal (Estados Unidos) y Lonely Planet (España).
¿Cuándo terminará el viaje? El viaje no termina, el viaje es la vida.