244- Cómo evitar que te coman los osos (Historia para la Revista Altaïr, España)

©Pablo Rey. Publicado por la Revista Altaïr, 2012.

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El método más común para espantar a los osos en los senderos de Norteamérica es agitar una campanita, que suena como una llamada a la mesa. ¡Tilín-tilín! ¡Aquí estoy! ¡Tilín-tilín! ¡Soy grande y sabroso! Es absurdo. Personalmente, prefiero caminar por la montaña entonando canciones austríacas. Asusta más y es menos embarazoso.

–          ¿Sabes cuál es la mejor manera de evitar que te coma un oso? –me preguntó Anna, mi compañera de viajes, poco después de ahuyentar mi primer oso negro esgrimiendo amenazadoramente una cuchara y la taza plateada del café con leche.

La auténtica Anna, de espíritu sagaz y levemente malvado, volvía a la superficie.

–         Para evitar que te coma un oso hay que salir a caminar en grupo… ¡y correr más rápido que el más lento!

Entonces miró a mi espalda, y echó a correr.

En los últimos años de carretera habíamos visto montones de animales salvajes. Llamas, ciervos, camioneros, serpientes, conductores de autobús y algún cocodrilo en Sudamérica. Monos, perezosos y taxistas en Centroamérica. Pero carnívoros capaces de usar tus deditos como escarbadientes, solo en los zoológicos.

Por eso, a medida que devorábamos kilómetros por ese túnel verde que es la ruta que asciende hacia el Ártico por el oeste de Canadá, comenzamos a recopilar los folletos acerca de cómo reaccionar si te encuentras frente a un oso. Todos recomiendan avanzar haciendo ruido. Luego dan una serie de consejos prácticos, sin duda escritos por un oso infiltrado.

Si te encuentras con un oso y se te acerca gruñendo y salivando, mantén la calma. Está estresado por tu presencia. Aguanta el tipo.

Je-je. El que comienza a estar estresado soy yo. Y eso que estoy en la naturaleza…

Te pones de pie sobre una roca o un tronco caído y mueves despacio los brazos hacia arriba y hacia los lados mientras le hablas en tono suave y amistoso.

–          Eyyy… tooodo bieeen. Tranquiiilo. Paaz, paaz y amor. Yo voy por mi lado, tu vas por el tuyo, y como si no nos hubiéramos visto… ¿Entieeendes? No me digas que solo hablas inglés…

Si el oso corre hacia ti lo más probable es que sea una carga defensiva para amedrentarte y se detenga a pocos centímetros de tu rostro. Tienes que aguantar tu posición ya que si corres, tienes miedo. Y si tienes miedo, eres una presa.

Eso, eso, que sepa quién es el jefe. Como en África, si caminas por la selva y ves un león tienes que quedarte quieto esperando que se vaya. Funciona al mediodía, que es la hora de la pereza. Si te lo encuentras al amanecer o al atardecer, la única opción es volverte invisible. Lo sugestionas diciendo ‘soy un arbusto, soy un arbusto y no me ves porque soy un vegetal y los leones no son vegetarianos…’

Si el oso solo quiere hacerte saber quién manda, podrás comenzar a moverte despacio y alejarte. Nunca le des la espalda.

Recuerda que lo tienes resoplando a menos de un metro de distancia. Si aún no te has cagado encima, eres mi héroe.

En cambio, si el oso te mira fijamente y mantiene sus orejas erguidas, prepárate para defenderte.

Tú mírale las orejas. Y si las tiene tiesas recuerda que los osos también necesitan proteínas. Cazan ganado, cabras, alces, ciervos y, ¿cómo era que te llamas?

En ese caso tienes que pelear por tu vida. Tu mochila te protegerá la espalda. Debes disparar el aerosol anti osos a la altura del suelo porque los osos cargan corriendo a cuatro patas. Vigila la dirección del viento.

¡El aerosol anti osos! ¡El viento! ¡¿En qué bolsillo dejé el aerosol anti osos?!

Si no tienes aerosol y te ataca un oso negro, golpéale los ojos. Si te ataca un grizzlie hazte el muerto, déjale que te zarandee un rato hasta que se aburra y se vaya.

Solo morirás de un ataque al corazón.

Casi siempre, si un oso te escucha (o ve tu taza de café con leche) se esconderá en el bosque. Nosotros somos el animal peligroso. Si estás en su camino tienes que dejarle espacio para que pase. Pero si tienen hambre o te perciben como una amenaza para ellos o sus crías, prepárate.

Vuelve a la página uno. Sal a caminar por los bosques del Yukón con alguien que corra más lento que tú.

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Pablo Rey (Buenos Aires) y Anna Callau (Barcelona) viajan por el mundo desde el año 2000 en una furgoneta Mitsubishi Delica L300 4×4 llamada La Cucaracha. En estos años veinte años de movimiento constante consiguieron un máster en el arte de sobrevivir y resolver problemas (policías corruptos y roturas de motor en el Sáhara, por ejemplo) en lugares lejanos.

Durante tres años recorrieron Oriente Próximo y África, de El Cairo a Ciudad del Cabo; estuvieron 7 años por toda Sudamérica y otros 7 años explorando casi cada rincón de América Central y Norteamérica. En el camino cruzaron el Océano Atlántico Sur en un barco de pesca, descendieron un río del Amazonas en una balsa de troncos y caminaron entre leones y elefantes armados con un cuchillo suizo.

En los últimos años comenzaron a viajar a pie (Pirineos entre el Mediterráneo y el Océano Atlántico, 2 meses) y en motocicleta (Asia) con el menor equipaje posible. Participan en ferias del libro y de viaje de todo el mundo, y dan charlas y conferencias en escuelas, universidades, museos y centros culturales. Pablo ha escrito tres libros en castellano (uno ya se consigue en inglés) y muchas historias para revistas de viaje y todo terreno como Overland Journal (Estados Unidos) y Lonely Planet (España).

¿Cuándo terminará el viaje? El viaje no termina, el viaje es la vida.

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