A veces pasa el tiempo y te das cuenta que en determinados lugares tendrías que haberte quedado más, disfrutando un sitio que por algún motivo es único. Eso es lo que me pasa con el sur de Venezuela, con el mundo perdido de los tepuyes.
Entonces algo te paraliza sobre una piedra que se estira desafiando la ley de gravedad. Estás en medio de la selva, sobre el mirador desde donde Tarzán saltaba al río. Parpadeas, te has convertido en una hormiga. Una pequeña garrapata entre las grietas de la piedra más vieja del mundo.
El río Potaro es una de las autopistas que comunican los pueblos interiores de Guyana, el país de muchas aguas.
Perú fue una de las mayores sorpresas de la vuelta al mundo. Pasamos 8 meses recorriendo todos los rincones del país.
Fotografías de la Patagonia argentina, uno de esos pocos lugares que hay que conocer antes de morir
La Ruta de las Mil Curvas y los Cien Mil Baches continúa con su hermoso sadismo hacia el fondo del valle, prometiendo destruir algunas neuronas más antes de la próxima curva. Yogur, sí, yogur de cerebro nos quedará dentro del cráneo.
