198- Las historias desconocidas de Petra | JORDANIA

El primer occidental que llegó a Petra lo hizo con trampas.

Jean Louis Burckhardt, un suizo porfiado, se encontraba en 1812 en las cercanías de Karak cuando oyó la conversación de unos beduinos acerca de una ciudad secreta encerrada entre mon­tañas impenetrables. Llevaba años viviendo y vistiendo como un árabe pero su acento seguía siendo forastero. Por eso se presentó como peregrino de una tribu del norte, donde se acaban todos los desiertos. Buscaba un guía para cumplir la promesa de sacrificar una cabra en el templo sagrado del profeta Aarón, que Allah lo guarde en la gloria.

No lo tuvo fácil para llegar hasta este siq, un cañón seco de poco más de cuatro metros de ancho y sesenta de alto, ideal para sufrir una emboscada. En el camino, la tribu de los Liyathneh y su propio guía intentaron convencerle de sacrificar la cabra en otros templos, el profeta es sensible a los actos, no a los lugares.

Pero Burckhardt insistió en entrar al siq.

La primera sorpresa son las paredes de piedra arenisca, que to­man prestada toda la variedad de azules y rojos de la naturaleza, desde el fuego violento y los atardeceres púrpuras a las mandarinas que comienzan a madurar. Miles de años de vientos pulieron los muros al extremo que tus dedos parecen estar acariciando otra piel. Piel suave, piel nueva.

El suelo, tapizado de arena y grava, se desliza sin sobresaltos ni inclinaciones bruscas. Sólo los carros tirados por caballos y cargados de turistas propensos a emitir ex­clamaciones a destiempo violan el silencio. Pequeñas esculturas y nichos votivos erosionados aparecen en algún rincón como un aviso de lo que vendrá.

De repente sientes un latigazo, una conmoción, una sorpresa que te endereza el espinazo. Abro la boca en un intento de reaccio­nar, pero se me escapan las palabras. Al final de la grieta, bajo una luz dorada, aparecen las primeras formas de Khazné, El Tesoro. A ambos lados de las columnas que guardan las puertas abiertas al cora­zón excavado en la montaña hay escalones tallados en la piedra vertical. Los esclavos que trabajaron aquí eran equilibristas.

La película de Indiana Jones y La Última Cruzada fue la mejor campaña publicitaria para dar a conocer Petra. A partir de esa tarde de cine se multiplicaron los turistas que buscaban perderse entre las fachadas clásicas talladas por los nabateos en las paredes del desierto. El resultado es espectacular.

Sólo se puede comprender la magnitud del trabajo al con­templar las laderas cinceladas durante kilómetros de valles muer­tos. La visión es tan poderosa que, antes del tratado de paz con Jordania, los jóvenes israelíes se lanzaban a un desafío peligroso: cruzar la frontera militarizada, llegar clandestinamente a Petra y regresar a Israel con una piedra de colores.

A veces no volvían; a veces, simplemente, desaparecían.

Tahal tiene veintitrés años y trabaja en una de las curvas del siq. Su puesto rebosa artesanías y monedas antiguas. No le va mal. Es simpático y tiene ganas de hacer negocio, pero al final se toma un descanso y nos invita a un té.

– Veinte años atrás, mi tribu, los Bdul, vivía en las cuevas de Petra. Yo nací allí. Teníamos nuestros camellos, nuestras cabras y vivíamos sin preocuparnos de nada más. No necesitábamos más. Éramos felices, tan libres como lo habían sido nuestros antepasa­dos –repite y se detiene un momento para recordar tiempos que no ha vivido. Toma un sorbo de té y continúa. Sus ojos se vuelven un poco más melancólicos. –Petra era parte de nues­tras tierras. Pero el gobierno nos echó y nos entregó unas casas cuadradas. A mi madre le gustó el cambio, las casas tenían agua y electricidad, no habría que acarrear más cubos ni encender foga­tas. Había llegado el progreso a nuestra familia. Pero… ¿sabes? yo miro el pasado y lo comparo con el presente y siento que salimos perdiendo. Ahora ya no caminamos por el desierto con nuestros ca­mellos y nuestras cabras, ya no buscamos pastos buenos y aguadas frescas. Ahora sólo nos dedicamos a vender postales a los turistas.

Extracto de El Libro de la Independencia, de Pablo Rey

ENCUENTRA EN ESTE ENLACE TODAS LAS HISTORIAS DE JORDANIA

El Libro de la Independencia. ISBN 978-84-616-9037-4

Consigue El Libro de la Independencia en Lulú, Amazon, Kindle o en la Librería Altaïr de Barcelona.

Viaja con nosotros cada día en Instagram, Facebook y YouTube @viajeros4x4x4

 

Pablo Rey (Buenos Aires) y Anna Callau (Barcelona) viajan por el mundo desde el año 2000 en una furgoneta Mitsubishi Delica L300 4×4 llamada La Cucaracha. En estos años veinte años de movimiento constante consiguieron un máster en el arte de sobrevivir y resolver problemas (policías corruptos y roturas de motor en el Sáhara, por ejemplo) en lugares lejanos.

Durante tres años recorrieron Oriente Próximo y África, de El Cairo a Ciudad del Cabo; estuvieron 7 años por toda Sudamérica y otros 7 años explorando casi cada rincón de América Central y Norteamérica. En el camino cruzaron el Océano Atlántico Sur en un barco de pesca, descendieron un río del Amazonas en una balsa de troncos y caminaron entre leones y elefantes armados con un cuchillo suizo.

En los últimos años comenzaron a viajar a pie (Pirineos entre el Mediterráneo y el Océano Atlántico, 2 meses) y en motocicleta (Asia) con el menor equipaje posible. Participan en ferias del libro y de viaje de todo el mundo, y dan charlas y conferencias en escuelas, universidades, museos y centros culturales. Pablo ha escrito tres libros en castellano (uno ya se consigue en inglés) y muchas historias para revistas de viaje y todo terreno como Overland Journal (Estados Unidos) y Lonely Planet (España).

¿Cuándo terminará el viaje? El viaje no termina, el viaje es la vida.

2 thoughts on “198- Las historias desconocidas de Petra | JORDANIA

  1. Qué bonito es escribir (y hacerlo bien), dejar huella de uno mismo al pasar por este mundo, haciéndolo más rico, más completo, más pleno de encantos.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Viajeros4x4x4