40- Lo que nos faltaba, llega el Anticristo | ECUADOR

– Oigan, ¿ustedes van para Alaska? –pregunta la mujer del peaje.

Está aburrida de repetir siempre los mismos movimientos, apuntar la patente y seleccionar el tipo de vehículo en el ordenador, dar al enter, cortar la tira de papel, estirar la mano por la ventana de una habitación que sólo tiene espacio para estar sentada en la banqueta alta, que agobio no sé cómo aguanto, y recibir el dinero. Y encima, la participación en las ganancias es mínima, su sueldo pasa por sus manos cada dos horas.

Ya no piensa en su trabajo, sólo está allí, y mientras sus dedos se mueven ella hace un recuento de la ropa que hay que lavar, la cena o el vestido que vio en un escaparate. Su trabajo consiste en una serie continua de actos mecánicos, cuenta automáticamente la cantidad de ejes que tienen los camiones y furgones grandes, observa rostros que pasarán al olvido en dos segundos, da el cambio por el tamaño de las monedas y el color de los billetes, que dejan de tener valor numérico.

Pero esta vez los destinos anunciados en el lateral de la furgo –BARCELONA-ESTAMBUL-EL CAIRO-NAIROBI-CAPE TOWN-BUENOS AIRES-USHUAIA-MEXICO DF-PRUDHOE BAY-VLADIVOSTOK-MOSCU-BARCELONA la despierta del sopor cotidiano, de la repetición infinita de un trabajo predestinado a R2D2 y C3PO, los robots jubilados de la Guerra de las Galaxias.

– Oigan, ¿ustedes van para Alaska?

– Sí…

– Pero eso queda para el norte… Tienen que dar la vuelta allí a cien metros y volver por esta misma ruta.

Pero no, ahora vamos hacia el sur. Imagino que es la palabra la que suena bonita, sur, aunque esta vez no lleguemos tan abajo como a veces pide el cuerpo. No es un tango, pero casi.

Suponemos que Ecuador es un país bellísimo, pero después de un mes de lluvias decidimos volver atrás. Las tormentas se cebaron con esta porción del mundo y los datos ofrecidos por los periódicos son una caja de resonancia a los desastres que nos sorprenden detrás de una curva, aunque a escala nacional.

– No sé quien estuvo por aquí, si Chavez, Bush o el tío Osama -le digo a Anna. -Pero esto comienza a oler a sulfuro.

Y no es una batería recalentada, como nos ocurrió una vez. Aquí hay puentes caídos, rutas arrasadas hasta la tierra original, regiones enteras inundadas, corrimientos de tierra, ríos desbordados y desazón. Las nubes cubren completamente el cielo casi a diario, cerrando los ojos a un país escondido. La vida a nivel de la tierra suple con amabilidad el enfado de la naturaleza.

– Volvió la niña -repiten los vecinos en las esquinas.

Nadie alza la voz. Supongo que es la manera de no atraer un poco más a los demonios que no se presentan oficialmente. De momento ningún periódico lo anunció con letras grandes: HA LLEGADO LA NIÑA. La tan temida, caprichosa y jodida Niña, hermana del Niño, que con sus rabietas trae el caos, todavía no está entre nosotros. Menos mal, porque entre la erupción del volcán Tungurahua, la tensión militar con Colombia y lo que está cayendo, Ecuador ya parece el centro de aterrizaje del Anticristo.

Abandonamos Ecuador y apenas entramos en los desiertos de Perú, el moho asentado en las paredes internas de la furgoneta comenzó a secarse. Compramos una bolsa con casi veinte mangos por un dólar a un productor que carga un camión y seguimos hacia la costa. Lentamente la ruta pierde el verde y vuelve al amarillo claro, a la tierra deshecha que te permite salir del camino y abandonarte en cualquier dirección.

En nuestro imaginario, Perú se ha convertido en muchas cosas. Perú es Egipto en Sudamérica por la cantidad impresionante de sitios arqueológicos aún desconocidos en el extranjero. Perú es gente amable, aunque no todos los viajeros que pasaron por aquí tuvieron las mismas buenas experiencias. Perú es rico, es seviche (el nombre original es con ese) cerca del mar, es chupe de camarones en Tacna, es parihuela en Huanchaco, es cuy chactado en Moquegua, es tacu tacu en Lima, es arroz con mariscos, es tiradito, jalea, chicharrones, chicha morada, sopas con pelo de cocinera en los menús de medio euro para que sea más rica, guatita y causa, que en cada lugar te la sirven distinta. Sí, Perú es rico, y no cuesta demasiado volver.

Dos semanas más tarde llegamos a Lima. Y el suelo comenzó a temblar.

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Pablo Rey (Buenos Aires) y Anna Callau (Barcelona) viajan por el mundo desde el año 2000 en una furgoneta Mitsubishi Delica L300 4×4 llamada La Cucaracha. En estos años veinte años de movimiento constante consiguieron un máster en el arte de sobrevivir y resolver problemas (policías corruptos y roturas de motor en el Sáhara, por ejemplo) en lugares lejanos.

Durante tres años recorrieron Oriente Próximo y África, de El Cairo a Ciudad del Cabo; estuvieron 7 años por toda Sudamérica y otros 7 años explorando casi cada rincón de América Central y Norteamérica. En el camino cruzaron el Océano Atlántico Sur en un barco de pesca, descendieron un río del Amazonas en una balsa de troncos y caminaron entre leones y elefantes armados con un cuchillo suizo.

En los últimos años comenzaron a viajar a pie (Pirineos entre el Mediterráneo y el Océano Atlántico, 2 meses) y en motocicleta (Asia) con el menor equipaje posible. Participan en ferias del libro y de viaje de todo el mundo, y dan charlas y conferencias en escuelas, universidades, museos y centros culturales. Pablo ha escrito tres libros en castellano (uno ya se consigue en inglés) y muchas historias para revistas de viaje y todo terreno como Overland Journal (Estados Unidos) y Lonely Planet (España).

¿Cuándo terminará el viaje? El viaje no termina, el viaje es la vida.

2 thoughts on “40- Lo que nos faltaba, llega el Anticristo | ECUADOR

  1. Hola chicos, gracias por lo bonito que hablan de mi país. A mi me encanta el Perú y todo lo que hay por conocer, pero lo han descrito de forma tan linda, divertida, y tan rica. Un abrazo y buenos viajes
    Gabriela

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