- A José Manuel Tuñón y su mujer Aileen, nuevamente, por volvernos a acoger años después de nuestro encuentro en Kenya.
- A Hugo Chinga, amigazo, por la hospitalidad, los vinos y los asados.
- A Mar Zugasti y Enric Ferré, nuevamente, por las risas y por remolcarnos fuera del Salar de Pedernales.
- Des-gracias a Ernesto González, vade retro satán, el peor mecánico del mundo, por destruirnos un motor y obligarnos a comprar uno nuevo.
- A Don Pedro Pablo y toda su familia, en especial a Tito y Marcela, de Diego de Almagro, por dejarnos una casa y apoyarnos en los peores momentos del viaje.
- A Jorge Varela y familia de Diego de Almagro por su paciencia, buena voluntad y oraciones para que consiguiéramos salir del pozo profundo en que nos encontrábamos.
- A Marcos y Pipo Zaro, por la habitación, la amistad y el amuleto gigante para que nunca más se nos vuelva a romper la furgoneta.
- A su familia por la noche de Navidad y la casa de Bahía Inglesa.
- A Montse García y su madre, por habilitarnos el parking de su casa para que durmiera la furgo.
- A todos los mecánicos de Iquique, que antes o después siempre aparecieron para echarnos una mano o darnos algún consejo en la búsqueda de piezas, en el cambio de cremallera, en ajustar la altura del chasis, en el cambio de motor…
- A Alberto Caracciolo de Chañaral, que siempre nos recibió muy bien en su taller en el desierto, sobre todo cuando nos encontramos para buscar el segundo motor de la furgoneta…
- Al policía de fronteras que me regaló una botella de vino cuando entré al país el día de mi cumpleaños.
- A Pía Bohorquez, por los muchos tés y centrifugados durante los nueve meses que vivimos en Santiago como vecinos.
Gracias Chile
