340- Los gigantes de Baja California, México | LUGARES PARA CONOCER ANTES DE MORIR

Los cochimíes que creían que aquellas pinturas rupestres de Baja California habían sido hechas por gigantes tenían algo de razón. No sólo era imposible llegar a algunas de ellas, esbozadas a varios metros del suelo. Las figuras humanas representadas allí, los ‘monos’, estaban sobredimensionadas. Eran gigantes, gigantes de más de dos metros de altura. Nunca había visto algo así en 19 años de ruta..

La zona arqueológica de la Sierra de San Francisco, al norte del estado de Baja California Sur, México, está bien protegida. Rodeada de desiertos, los únicos caminos que llegan hasta el fondo del cañón están controlados por ranchos habitados por entre treinta y cuarenta personas emparentadas entre sí. Allí viven los guías de las pinturas rupestres, unos ochenta, los únicos autorizados a llevar visitas a este enclave único nominado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Entre arroyos intermitentes, manantiales que surgen de la piedra y campos de palmeras datileras y arbustos espinosos, sobrevive el testimonio de la vida hace 10.000 años. Gigantes rojos, gigantes negros, gigantes rojos y negros, gigantes atravesados por flechas, pequeños hombres cabeza abajo (¿los muertos? ¿los enemigos?), ballenas, zopilotes (buitres) de alas abiertas, tortugas, más aves, coyotes, venados. La nitidez del trazo y la consistencia de los colores después de tantos milenios es asombrosa.

Sin duda alguna, es el sitio de pinturas rupestres más impresionante que visitamos en todo el continente americano. Es tan sorprendente que algunos se atreven a compararlo con las cuevas de Altamira o Lascaux. ¿Es para tanto? No estuve en ninguna de las dos últimas, pero la impresión frente a la pequeña Cueva de las Flechas, o frente al mural de 160 metros de pinturas lineales de la Cueva La Pintada, no se me borra de la memoria.

Pinturas rupestres en color rojo y negro sobre la cabeza de una mujer

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LAS CUEVAS

En realidad son abrigos. Hendiduras creadas por la erosión del río hace demasiado tiempo, suavizadas por el viento, y aprovechadas por la tribu de los cochimíes como lienzo y hogar. Hay 4 niveles de acceso, desde las que quedan junto a la ruta (Cueva del Ratón) a las que sólo pueden visitar los investigadores.

Nivel 1: la cueva del Ratón está casi frente a la estación del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia de México) en San Francisco. Si has visitado las cuevas del fondo del cañón o vas a hacerlo, no vale la pena. Además de pagar la entrada del INAH tienes que pagar un guía (100 pesos, 5 dólares) que te abrirá la puerta al abrigo.

Nivel 2: cuevas accesibles con guía y mulas. Son aquellas que están en el fondo del cañón y tienen barandilla que separa al visitante de las pinturas. Si tomas el viaje por dos días incluye Las Flechas y La Pintada. Si tomas el viaje de tres días también incluye La Soledad, La Música y Boca de San Julio.

Nivel 3: cuevas accesibles con guía, mulas y vigilante del INAH (pagado por el Estado mexicano). Son aquellas que no tienen barandilla de protección y se encuentran cañón abajo, más lejos.

Nivel 4: cuevas sólo accesibles a investigadores. Se encuentran aún más aisladas y muchas no han sido excavadas.

Pintura rupestre de manada de ciervos en un abrigo de Baja California

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CÓMO LLEGAR

Sólo se puede llegar en vehículo privado, no hay transporte público. El camino de acceso es bueno hasta San Francisco (una ruta de 37 kilómetros, parte asfaltada y parte de tierra) y a partir de allí es pasable para cualquier vehículo hasta 500 metros antes del Rancho Guadalupe. Allí hay una explanada con un pequeño altar donde se puede acampar antes de empezar el viaje a las pinturas.

Pero primero debemos inscribirnos en las oficinas del INAH en el pueblo de San Ignacio o en el mismo pueblo de San Francisco. Allí te registras y pagas la entrada a la zona arqueológica (150 pesos, 8 dólares, 7 euros) y el permiso de uso de cámara de fotos o teléfono (45 pesos, 2.5 dólares, 2 euros por aparato).

Ellos te asignan el guía (no puedes elegirlo, va por rotación) y decides la cantidad de mulas y burros que necesitas. El guía cobra 250 pesos por día (12 dólares, 11 euros), el mismo precio que pagas por cada mula (montura) o burrito (carga) por día que lleves en el viaje. También pagas la mula del guía, y te haces cargo de su comida, que comerá lo mismo que prepares para ti.  

Nosotros viajamos con los amigos Mauricio y Abigail, guías privados de Lost in Baja. Sabíamos que si llevábamos más de cuatro animales, necesitaríamos otro guía, con su propia mula, son las reglas. Pero no iba a ser un problema, ya que a Anna y a mí nos gusta caminar y decidimos compartir mula.

Hombre a caballo junto a un gran cactus

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LOGÍSTICA

Puedes quedarte en el fondo del cañón el tiempo que quieras (siempre con guía), aunque los viajes habituales duran dos o tres días. Nosotros decidimos hacer el viaje de tres días, la única manera de visitar más sitios arqueológicos y disfrutar el cañón con calma.

En el fondo del cañón hay tres campamentos donde plantar tu tienda. El único donde está permitido hacer una fogata es el primero. En los demás sólo puedes cocinar con tu propia cocina de gas o combustible.

COMIDA

Los supermercados más cercanos están en San Ignacio o Vizcaíno. En San Francisco solo hay dos pequeñas tiendas con menos de lo que necesitarás para hacer el viaje, así que es mejor llegar preparado.

En el primer campamento puedes conseguir queso de cabra a 60 pesos (3 dólares, menos de 3 euros) el kilo, cerveza fría y, si te animas a cocinar, un chivo de 20 kilos ya carneado a unos 600 pesos (30 dólares). Habla con Guadalupe, un hombre joven de pocas palabras que se acercará al ver que hay gente.

Arroyo con piedras rodeado de palmeras en el fondo de un cañón

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CAMPAMENTOS

El primer campamento se encuentra dentro del Rancho Santa Teresa, ya en el fondo del cañón. Tiene agua (la bebían los guías, nosotros la filtramos) y baños y cobran 25 pesos (poco más de un dólar o un euro) por persona y noche. Es el sitio ideal para acampar si emprendes el viaje de solo dos días. Si viajas por tres días, es conveniente (y más solitario) llegar a los campamentos 2 o 3, una hora a pie más cerca de las pinturas rupestres. Allí, sí o sí, necesitarás purificar el agua.

ZONA DE LAS PINTURAS RUPESTRES DE SANTA MARTA

A un día caminando está el poblado de Santa Marta, donde también hay cuevas con pinturas rupestres gestionadas por el INAH. También puedes acceder con tu vehículo, tomando un camino distinto desde la Ruta 1. Entre Bahía de los Ángeles y Comondú hay registrados más de 400 murales con pinturas rupestres. Todavía no fuimos, ya llegará el momento.

Pinturas rupestres y cañón con río en Baja California

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RECOMENDACIÓN

Si estás con poco tiempo, un viaje de dos días alcanza para visitar Las Flechas y La Pintada, las dos cuevas más interesantes. Si tienes tres días (o más) aparte de ver más cuevas podrás explorar el cañón. Vale la pena.

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Pablo Rey (Buenos Aires) y Anna Callau (Barcelona) viajan por el mundo desde el año 2000 en una furgoneta Mitsubishi Delica L300 4×4 llamada La Cucaracha. En estos años veinte años de movimiento constante consiguieron un máster en el arte de sobrevivir y resolver problemas (policías corruptos y roturas de motor en el Sáhara, por ejemplo) en lugares lejanos.

Durante tres años recorrieron Oriente Próximo y África, de El Cairo a Ciudad del Cabo; estuvieron 7 años por toda Sudamérica y otros 7 años explorando casi cada rincón de América Central y Norteamérica. En el camino cruzaron el Océano Atlántico Sur en un barco de pesca, descendieron un río del Amazonas en una balsa de troncos y caminaron entre leones y elefantes armados con un cuchillo suizo.

En los últimos años comenzaron a viajar a pie (Pirineos entre el Mediterráneo y el Océano Atlántico, 2 meses) y en motocicleta (Asia) con el menor equipaje posible. Participan en ferias del libro y de viaje de todo el mundo, y dan charlas y conferencias en escuelas, universidades, museos y centros culturales. Pablo ha escrito tres libros en castellano (uno ya se consigue en inglés) y muchas historias para revistas de viaje y todo terreno como Overland Journal (Estados Unidos) y Lonely Planet (España).

¿Cuándo terminará el viaje? El viaje no termina, el viaje es la vida.

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